Hoy 20 de Junio recordamos los docientos años del fallecimiento de Manuel Belgrano. La decisión del gobierno nacional que invoca el doble aniversario, decretando el «Año General Manuel Belgrano» y recordarlo como un factor que pueda contribuir a la unidad nacional nos interpela a considerar, una vez, más su aporte histórico en aquellos tiempos de revolución y su notable legado hacia el futuro de la patria.
La figura de Belgrano ha generado un creciente sentimiento de respeto y valoración por su trascendente rol en la Revolución de Mayo y en las Guerras de Independencia contra los ejércitos restauradores del colonialismo que reaccionaron con furor ante el grito de libertad e independencia de los pueblos del continente.
Resulta necesario señalar que el intento permanente de que la vida y el papel de este personaje decisivo y crucial de nuestra historia se vea restringido al rol de “hombre abnegado y desinteresado y Padre de nuestra Bandera”.
No se debe restarle mérito al enorme simbolismo que significó la creación de una Bandera Nacional en un país que todavía no existía como tal. Por el contrario, hay que ubicarlo como un firme acto de rebeldía y una contribución política a forzar la marcha de la historia en aquellas circunstancias brumosas. Podemos interpretarla como una audaz intuición independentista frente a las corrientes inclinadas a retardar la ruptura con el viejo orden político y cultural.
Una de las facetas más valiosas de este gran constructor fue su convicción acerca de la necesidad de transformar radicalmente el sistema educativo colonial y de educar al pueblo. Es este sentido fue Belgrano un fundador de una nueva educación para una nueva Patria: «Sin educación en balde es cansarse, nunca seremos más de lo que desgraciadamente somos».
Dice Juan C. Junio, historiador, en una breve reseña:
«Trabajó sobre los ámbitos más urgentes de la enseñanza primaria y secundaria creando escuelas principalmente para los núcleos más abandonados del sistema vigente: “los indios, los hombres de campo y las mujeres”. En la cuestión de la mujer, denunciaba que “las tenemos condenadas a las bagatelas, y a la ignorancia, a pesar del talento privilegiado que distingue a la mujer”. Defendió la igualdad de los pueblos indígenas asociado a la acción libertaria que cumplía en el alto Perú su primo Juan José Castelli.
Creó la Bandera, fundó escuelas, repartió tierras, blandió la espada, impartió justicia, fue amigo leal y sincero, amó y fue amado. Su ejemplo está incrustado en el corazón y la memoria del pueblo »